lunes, 25 de marzo de 2013

Ya no nos queda ni París...

Sigo sin entenderlo, y encima se me caen los mitos. Hace unos años, cuando Zapatero tramitaba la ley de matrimonio homosexual, se articuló en España un poderoso movimiento contrario: la Iglesia, asociaciones conservadoras y sus brazos políticos, que se apresuraron a defender la exclusividad del término para la unión de un hombre y una mujer, amén de los derechos en cuestión de descendencia que a él lleva inherentes. Se convocaron manifestaciones, se presionó en los medios, se pronosticó el caos y el fin del mundo hasta entonces conocido si la medida llegaba a buen puerto.
Años después, con la ley aprobada y unos cuantos matrimonios gays celebrados ( tampoco tantos como los agoreros vaticinaban; quizá llevara razón el artículo que leí entonces - deberéis disculpar que no recuerde su autor - : animaba a esos grupos que tanto denostan el libertinaje de la comunidad homosexual a congratularse de la sorprendente predisposición de estos a someterse bajo el yugo de un contrato tan tradicionalista como el matrimonio ), se han cumplido esos pronósticos: en efecto, se acerca el fin del mundo, pero no por los matrimonios gays precisamente...
Yo no comprendía entonces por qué sale una persona a manifestarse contra el logro de derechos por parte de otra, si los suyos no sufren ningún menoscabo con ello. Hubo quienes intentaron explicarme sus argumentos, de los cuales colegí tres ideas principales: defensa de los niños, inadecuación del término y diferencia de entidades distintas. Vayamos en orden inverso:
- La diferencia de entidades distintas: esto es, que los gays son personas normales que pueden hacer lo que quieran, faltaría más( "porque yo tengo muchos amigos gays, no vayas a pensar que soy homófobo" ). Pero su unión no puede ser lo mismo que la de un hombre y una mujer que sí que es lo normal ("natural" es un adjetivo que se usa también mucho, porque parece que añade toda la carga semántica de la esencia reproductora). Ergo, no los considero tan normales como mi corrección política me obliga a declarar. Lo que nos empuja a,
- la inadecuación del término: no se puede llamar matrimonio porque eso es la unión de un hombre y una mujer: "que lo llamen de otra forma". Lo cual, a priori, no sería mala solución si se equiparasen los derechos de esa otra unión con los del matrimonio, salvo porque ya marca una diferencia contraria a derecho y porque en ella se suelen negar los derechos de adopción, lo que nos lleva al siguiente punto. Pero no quiero dejar de apuntar mi extrañeza por el repentino puritanismo etimológico de los que, sin embargo, luego se llenan la boca llamando democracia al sistema político que te deja votar cada cuatro años para que luego el partido político que alcanza el poder se pase por el forro su programa electoral o acepten cincunloquios como reformas, regularización de activos o externalizaciones para nombrar lo que están siendo, a todas luces, recortes, amnistía fiscal y privatizaciones. Eso se describe, en castellano al alcance de todos, como cogérsela con papel de fumar.
- La defensa de los niños: el quid de la cuestión. Argumentan quienes prefieren impedir a los homosexuales la adopción que no crecerían igual en ese ambiente que en uno heterosexual. Lo cual invalida para la crianza a madres solteras, viudos, separados y divorciados, en el caso de que el motivo sea la ausencia de la figura paterna o materna. Y si la razón fuera la supuesta influencia perniciosa de tener por padres a dos personas del mismo sexo, urgiría un estudio en profundidad de los efectos sobre los niños de esas familias formadas por dos padres separados, con sus respectivas parejas y hogares posteriores, donde los niños devienen en pequeñitas copias de Bill Murray en Lost in Traslation. Preñados de prejuicios, hablamos por hablar. Y para más inri, esa defensa a ultranza proviene en gran parte de un sector, la Iglesia, cuyas posturas con respecto a la infancia suelen abundar en controversias ( y no busco segundos sentidos ): derecho a la vida, aunque esta sea indigna ( que nazcan todos los niños, aunque sean inválidos o se mueran de hambre ) o arbitrariedades al juzgar la idoneidad del ambiente ( ¿es peor crecer en el seno de una familia homosexual que como hijo de una adolescente violada por parte de su tío? ).
Repito, no lo entendí entonces y no lo entiendo ahora: ¿por qué manifestarse en contra de una obtención de derechos del prójimo que no repercute en el menoscabo de los tuyos? Pero aquello era España y lo achaqué a nuestro lamentable retraso social y a la aún obcecada influencia religiosa. El drama ha surgido ahora, cuando son los franceses quienes se echan a la calle para impedir una ley de matrimonio homosexual. ¡Francia! El paraíso de la lucha civil y la defensa de los derechos humanos, el paradigma del progreso europeo, el reducto de la intelectualidad y el buen gusto. ¡Francia! Ese país imperfecto, pero con el que gustábamos de comparar nuestros avances hacia la modernidad.
Pues allí también cuecen habas. Y cabe suponer que, una vez se las coman, también tendrán gases. Hediondos, como podéis ver.

Dedicado a Teresa, que me ilustra en "gabacherías".

martes, 12 de febrero de 2013

Violencia

Hace algo más de dos años, Silvio Berlusconi superaba una moción de censura gracias a los escandalosos votos de varios miembros de partidos opositores. Ese día hubo disturbios en varias ciudades italianas, destacando los de la capital, Roma. Aún existía entonces la cadena de noticias CNN+, donde el periodista Iñaki Gabilondo presentaba por las noches un programa de debate.
Esa noche el programa comentaba todo lo ocurrido en Italia. Uno de los tertulianos, a la vista de las imágenes de cargas policiales y contenedores ardiendo, inició una argumentación donde deslizaba cierta simpatía por los hechos. Inmediatamente fue reprendido por los demás, Gabilondo incluido, al grito de "la violencia, jamás" y a pesar de sus intentos de explicación, no le permitieron seguir con su exposición.
Y a mí me jodió. Porque le entendía perfectamente. No sé lo que ese hombre quería decir, pero me lo imagino. Y en cualquier caso, aunque me equivoque, sé lo que yo diría en su caso, que es lo que voy a decir ahora.
Odio la violencia. Me descoloca. Me indigna. Me aterra. Una vez arranca la violencia, nadie sabe cuándo ni dónde terminará. El uso de la violencia es una derrota del ser humano, una claudicación a nuestros instintos animales, un retroceso en la evolución. Pero a veces la violencia es el único camino que queda cuando se han negado todos los demás. Me explico.
En una democracia hay varios canales de participación ciudadana:
- el más obvio es el voto; mediante el sufragio cada ciudadano puede depositar su confianza en un representante que, previamente, ha expuesto cuál será su postura en los problemas que atañen a ese ciudadano. Se supone que es un contrato. Pues bien, en ese caso concreto de la moción de censura contra Berlusconi, al menos dos diputados del partido más "antiberlusconi" del hemiciclo, votaron a favor del presidente, supuestamente comprados. A la mierda una vía ciudadana de influir en la política.
- otro canal es la manifestación callejera; perfectamente reglamentada y respetada por los partidos como vía inmediata (los comicios suelen ser cada cuatro años) de conocer el sentir popular. Podéis elegir el ejemplo que más os guste de manifestación multitudinaria (si queréis nos quedamos con la de la guerra de Irak, donde se hablaba de un 90 % de españoles en contra de la intervención)  que no ha servido para nada. Las huelgas generales serían una variante excesivamente contaminada de política, aunque su resultado suela ser el mismo.
- un tercer canal es el de las iniciativas legislativas ciudadanas; se recogen firmas apoyando tal o cual idea con el objeto de que se discuta (ojo, que se discuta, no que se aprueben, que esa potestad siguen ejerciéndola los diputados) dicha iniciativa en el congreso.
Esta tercera vía es la que ha provocado mi indignación. Esta tarde se presentan en el congreso 1400000 firmas (un millón cuatrocientas mil) para la creación de una ley que permita la dación en pago, la moratoria de los desahucios y el fomento del alquiler social.
Pues bien, la iniciativa ni siquiera se va a debatir en nuestra supuesta casa del pueblo (así llaman con cinismo mayúsculo a veces al congreso) porque un partido político se ha negado. Y como tiene mayoría, ajo y agua. ¿Qué te queda entonces, cuando has agotado las vías democráticas y la injusticia sigue presente? Hace unas entradas, hablaba de la violencia surgida a raíz de los desahucios ( Nobel-de-la-¿paz? ). Esta mañana se ha conocido un nuevo caso de suicidio relacionado con un desahucio. Una fuente me informa de que en Canarias han vetado el tema en los medios de comunicación para no alarmar a la población.
Ya no hablamos de vivir con menos, de acostumbrarnos a un nivel de vida inferior. Hablamos de no tener qué comer, dónde cobijarte, cómo sacar adelante a tus hijos. Hablamos de sobrevivir. Y cuando uno está a punto de morir, se defiende con uñas y dientes. Y es capaz de matar (de hecho, hoy sí que llega al Congreso otra iniciativa popular para considerar la fiesta de los toros Bien de Interés Cultural; el toro, ese animal herbívoro que, al verse acorralado, se defiende con bravura. Qué paradoja, ¿no?).
¿Por qué eligieron matarse a sí mismos? No lo sé. Quizá por miedo, o por bloqueo, o por preferir hacerse daño ellos que hacérselo a los demás. Pero según aumenten las personas afectadas, quizá surjan quienes elijan provocárselo a quienes les han llevado a esta situación. Y con actitudes arrogantes como la de esta tarde, resulta difícil no apuntar hacia los integrantes de esa casa del pueblo: porque ellos ejercen la violencia del poderoso, tan aplastante que, al final, no te queda más remedio que recurrir a esa misma arma demoníaca: violencia, violencia, violencia...
Y una vez encendida la mecha, que Dios nos coja confesados. Hasta su representante en la Tierra ha dimitido. Cómo tenía que verlo de difícil.

PD : esta entrada fue escrita al mediodía, pero no la publiqué porque no me dio tiempo a revisarla. Cuando llego a casa me encuentro que ha habido dos suicidios más (un matrimonio de jubilados en Mallorca) y que el partido que estaba en contra de la presentación de la proposición de ley ha reculado en el último momento y se presentará. Violencia, violencia, violencia... 

lunes, 4 de febrero de 2013

Dimito

Busco país de acogida. Los interesados, por favor, pónganse en contacto con este blog. En el perfil está reseñada la dirección de correo.
A cambio ofrezco espíritu crítico, cierta distancia irónica e ilusión. Toda la ilusión que me están robando. Porque da pena escuchar las noticias y da asco comentarlas con quienes deberíamos indignarnos ante ellas. Porque nos hemos puesto una camiseta y no nos la quitamos a pesar de asistir a la venta de los jugadores, el desmantelamiento del estadio y la mofa de la directiva. Porque aquí la democracia es una mascarada.
Y no, no voy a hablar de los políticos. De ellos ya hablamos demasiado a lo largo de la jornada. De ellos y de sus correrías, no de las decisiones que toman para sacarnos del hoyo en el que nos hemos metido (entre todos, sí, pero con ellos al timón del barco). Voy a hablar del pueblo, del legítimo dueño del poder en una democracia. Porque, ¿es eso lo que significa, no?
El poder del pueblo. Tan grave y redondo es su significado. Pero el poder hay que saber administrarlo y estamos demostrando que nos queda grande la empresa. No estamos maduros. No sabemos exigir responsabilidades. No sabemos castigar la ineptitud. No sabemos condenar la incuria. No sabemos expulsar a los indignos. Sólo sabemos, y vaya si lo ejercemos, quejarnos de la falta de democracia. Menuda desfachatez la nuestra.
Así que nos quejamos de que nos falta poder al pueblo: porque eso implicaría una falta de democracia, al fin y al cabo. Y es cierto que los mecanismos podrían ser mejores: listas abiertas, circunscripción única electoral, aumento de referendums... Seguramente alguna de estas alternativas u otras similares mejorasen la calidad democrática en España.
Pero, no nos engañemos, lo principal es el ejercicio de esa democracia: nuestra propia responsabilidad. Y no se queda únicamente en votar. Tras la visita a las urnas, debemos mantener vigilancia y exigencia continuas sobre los representantes elegidos. Si nos fallan, nos defraudan, nos mienten, nos engañan o nos roban, deberemos EXIGIRLES explicaciones primero, y BOTARLOS después. Pero, no, aquí no hacemos eso. Aquí los votamos de nuevo para premiarlos, para decirles claramente "siga, siga usted con sus chanchullos, continúe demostrando su negligencia porque cuenta con mi apoyo, mi connivencia y hasta mi simpatía". Y luego nos indignamos porque se burlan de nosotros. ¿Y qué esperamos?
Me recuerda a esas (por desgracia) abundantes relaciones donde, a cada desplante, a cada maltrato, a cada humillación responde la víctima con una mayor lealtad, una mayor obediencia, un mayor amor. Y cuando ésta ya no puede más y rompe la relación, en el turno de reproches, el dejado se justifica sorprendido "si yo lo hacía pensando que era lo que querías".
Pues yo no lo quiero. Así que me bajo. A la espera de algún otro tren que pase por aquí, seré apátrida. Y de Carabanchel. 

martes, 22 de enero de 2013

El fin del mundo

Ya hace un mes que se acabó el mundo, y aquí me tenéis escribiendo. Con la crisis, ya ni las hecatombes son lo que eran. Esto en tiempos de los dinosaurios no pasaba. Menos mal que los políticos y acólitos se han empeñado en limpiar el buen nombre de los mayas y les están haciendo el trabajo sucio. Y si no me creéis, aquí va una pequeña lista de cosas que han pasado en estos treinta días. No están todas las que son (no tengo tiempo ni humor para ese tipo de recopilaciones) pero sí son todas las que están:

- casi nos sumimos en otro "fin del mundo" financiero cuando los políticos, esta vez en los Estates, esperaron hasta el tiempo de descuento para ponerse de acuerdo a fin de evitar el temido abismo fiscal. A diferencia de los nuestros, lo lograron (aunque dicen los expertos que sólo es una moratoria y que el problema sigue ahí) y a mí me recordaron las palabras aquellas de Montoro, ante una votación crucial para nuestro rescate estando Zapatero en el gobierno: "que se hunda España... que ya la levantaremos nosotros". Tenía razón, ya la han levantado...en armas.

- un día después de que la OCDE denuncie su alucine con la permisividad (tanto judicial como social) absoluta que se da en España a los casos de corrupción, Unió Democratica (la mitad de la coalición que gobierna Cataluña) asume, después de veinte sonrojantes años de retraso en el proceso, que se financió con dinero público y...¡no dimite nadie! Estos de la OCDE recetaron para nuestro país como medidas a tomar para salir de la crisis, entre otras, subir el IVA, eliminar la jubilación parcial  y abaratar los despidos. Vamos a ver en qué les hacen caso nuestros políticos.

- después de repetirnos por activa y por pasiva que la crisis es culpa nuestra por gastarnos lo que no tenemos, llega el Banco de España y, por si nos da por ahorrar, prohibe los depósitos remunerados con más del 3%, el nivel del IPC. Para que así gastemos, lo que nos quede. Porque claro, es que el sudoku es muy difícil: si no hay consumo, esto se va a la mierda; pero cómo va a haber consumo si les hemos quitado el dinero a los pobres; pues que gasten el poco que tengan ahorrado; ¿y cuando no les quede nada?; yo ya no estaré aquí, que arree el que venga...

- el señor que estaba al frente del banco que ha protagonizado uno de los mayores petardeos de la historia reciente de este país, obligando (eso nos han contado) al gobierno a nacionalizar su ruina, lejos de ser castigado por su incompetencia (y no entro a valorar las comparencencias de los miembros del consejo de administración porque me sube la bilirrubina y se me encrespa el bigote a lo Juan Luis Guerra) ha sido fichado por otra empresa (Telefónica) que también tiene contentos a sus clientes (bajonazo en los últimos meses) y trabajadores (ERE del 25% de la plantilla mediante).

- sale a la luz que un antiguo "barón" del PP en Galicia enchufó a más de cien personas en diversos puestos relacionados con la diputación de Orense para asegurarse sus votos en el congreso que, días después, decidiría su sucesor en el cargo. ¿Consecuencia? Ahora ese puesto lo detenta (a la vista de esa información el verbo estaría bien usado) su hijo.

- un antiguo consejero de sanidad de la comunidad de Madrid trabaja para la empresa que se ha quedado con la adjudicación de los análisis clínicos tras comprar la anterior empresa que se había hecho con ellos cuando este consejero los privatizó. ¿Que no te has enterado del trabalenguas? Pues quédate con que este muchachote es el marido de Andrea Fabra. Sí, sí, esa Andrea Fabra. ( Ante la polvareda mediática formada, el antiguo consejero ha dimitido de su cargo en la empresa ).

- el president más recordado ( y quizá añorado ) de la Generalitat de Cataluña, el cual hasta ahora tenía una reputación intachable, está siendo investigado por lo que parecen cuentas astronómicas en paraísos fiscales, amasadas en sus tiempos de preboste. Al mismo tiempo salen chanchullos varios en los que están involucrados sus hijos (y tiene unos cuantos).

- and last but not least, resulta que un tesorero del partido gobernante repartió durante una década sobres con pasta de origen dudoso a muchos integrantes de ese partido, a modo de sobresueldo mensual. El señor en cuestión es uno de los encausados de la trama Gürtel por corrupción que, hasta la fecha, sólo ha tenido un castigado: el juez que la impulsó.

Ayer volvía a casa escuchando una tertulia que, cada lunes, celebran en el programa Hora 25 de la Cadena Ser. En ella participan jóvenes diputados de los partidos mayoritarios en España ( PP, PSOE, IU, PNV y CIU habitualmente ). Por cierto, y a modo de anécdota, señalar que en ella participaba Santiago Cervera, el diputado del PP que dimitió a raíz de su implicación en el "extraño" caso de la extorsión al presidente de Caja Navarra. En fin. Pues ante la invectiva de un oyente contra los políticos, uno de ellos (no recuerdo quién) dijo que sin política caeríamos en la dictadura (con lo cual estoy de acuerdo) y que lo que había que hacer era no votar a los partidos con casos de corrución. Muchas gracias, majete, por el consejo.
A fin de ayudaros con vuestra decisión, os enlazo con un mapa donde salen las localizaciones de casos de corrupción, con su correspondiente partido implicado:

Mapa de corrupción en España

No lo he examinado minuciosamente por lo que imagino que, al ritmo que se destapan chanchullos en nuestro querido país, faltarán mogollón (salvo que tengan a un tipo actualizándolo día y noche, en cuyo caso debe ser el trabajador más atareado de España). Si obedeciéramos la feliz idea del diputado, en unos años podría gobernar España el Pacma (Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal) o el Partido Pirata.
Quizá sea la solución: si va a ser un desastre, que sea esplendoroso.

martes, 8 de enero de 2013

Me da buen rollo

Pues me da buen rollo. No sé las razones pero me da buen rollo. El año que empieza, a pesar de la impopularidad del número 13, me da buen rollo. Quizá porque durante casi toda mi vida colegial fue mi número de lista (por ahí solía caer mi "Frías", encajonado entre los Fernández y los García, tan abusones ellos) y le tengo mucho cariño. Quizá porque el año anterior acabó con muy buenas noticias y, aunque alguna se ha truncado, me arraigó el optimismo. O quizá porque ya toca llenar el mundo de energía positiva.
No lo sé, pero me da buen rollo. No es una postura sencilla. Admito que voy a contracorriente. Ningún buen augurio ilumina nuestro futuro. Las cifras en los periódicos asustan con su contundencia. Los telediarios nos provisionan de imágenes desoladoras (y encima Telemadrid sigue en negro, la única cadena que nos regalaba ilusión en sus análisis; pobrecillos...). Las conversaciones devienen monumentos al drama social. Después de tanta crisis, la incertidumbre del pueblo ha dado paso a una abierta aflicción.
Y sin embargo me da buen rollo. Creo que va a ser un buen año. Desgraciadamente, no puedo mostraros datos en los que basarme. Tampoco disfruto de poderes adivinatorios. Incluso tengo en contra mi fama (injustificada, por supuesto) de agorero.  Para más inri ayer fue mi cumpleaños, fecha maldita del calendario y habitual fuente de malos humores por razones obvias: nos vamos haciendo mayores (pero mayores de verdad).
Pues nada de eso importa. Tendréis que confiar en mí. Un acto de fe, eso es lo que os pido: que aparquéis por un momento la saturación de las fiestas navideñas y el ingrato regreso a la rutina (curioso contrasentido, el cual nos lleva del deseo de que se acabe tanta celebración a la desazón de no otear días festivos en muuucho tiempo), que ignoréis la temida cuesta de enero (al menos estas primeras rampas) y que os aisléis del ruido y la furia que desbordan las calles.
Una vez convenientemente abstraídos, abrid bien los ojos (no, esos no, los otros ojos), agarrad fuerte las manos de quienes están a vuestro lado y escuchadme: este año me da buen rollo.
¿Cómo? ¿Que parece una sesión cutre de un grupo de autoayuda aficionado? Ni mucho menos y a los hechos me remito: ¿cómo no va a ser un gran año si teníais cientos de manos que agarrar?

Feliz año 2013


jueves, 20 de diciembre de 2012

Cesta de navidad

Hace unos días hablábamos de que las cenas de Navidad, con la crisis, iban a disminuir, algo que yo firmemente pensaba. Bueno, pues el hecho es que se me ha petado el calendario de eventos hasta el punto de que me coinciden algunos. Y no sólo a mí, que a varios amigos les está resultando difícil cuadrar las fechas también. Manda huevos.
(En mi descargo he de puntualizar que las comidas/cenas de empresa sí que se están reduciendo a la mínima expresión; otro tema son las reuniones de amigos.)
Lo cual me induce a sospechar que, o bien somos de esa parte privilegiada a la que nos ha influido la crisis pero no tanto, o que (como defienden algunos) vivimos más la psicosis que la circunstancia, o (como creo yo) al final tampoco debes renunciar a vivir pues la crisis podrá ser eterna pero nosotros estamos de paso.
Sea como fuere, otra de las tradiciones que ya se ha resentido (y sobre esta no habrá discusión ni matices posibles) es la de las cestas de Navidad. El que recibía una abundante, ahora la recibe chica; el que ya se contentaba con la chica, ahora no recibe nada. Si este fuese un blog interactivo (o twitter) saltarían de inmediato esas voces ubicuas (entre resentidas y despectivas) que siempre farfullan lo mismo ante, no ya una queja, sino la mera constatación de un hecho (como es el caso); seguro que conocéis alguna: "no te quejes, que al menos tienes trabajo". Y como ahora no te debes quejar, porque los hay peor que tú, pues así nos luce el pelo. Que no se quejen los funcionarios, que en el sector privado estamos peor; que no se quejen los trabajadores, que los parados estamos peor; que no se quejen los jóvenes, que los viejos estamos peor; que no se quejen los viejos, que los muertos estamos peor... Curiosa manera de entender la solidaridad, de lo cual se aprovechan, evidentemente, los que manejan los hilos, encantados de que gastemos las fuerzas divididos en vez de juntarlas contra ellos.
Pero no era mi intención saludar a la Navidad con el tono amargo que suelen rezumar mis entradas, sino todo lo contrario. Hoy traigo un regalo, porque Hontanazor sí que tiene una cesta para todos (¿tres?, ¿cinco?, ¿sólo un despistado que no ha tenido suerte con google?; para todos) sus lectores. Disfrutadla mucho.

- Una noticia ad hoc:  


- Un chiste navideño:

Llega Papá Noel a Somalia y al ver a tanto niño con cara triste, pregunta a un lugareño qué les pasa.
- Es que no comen nada.
- ¡Ah! pues si no comen no hay regalos.

- Un microrrelato sobre la profecía de los Mayas: 

La rueda de prensa había resultado desoladora. La situación del país devenía crítica, las cuentas públicas estaban quebradas, el desempleo afectaba ya a la mitad de la población, las revueltas sociales incrementaban la violencia, la inseguridad provocaba terror, enfermedades olvidadas resurgían por el colapso sanitario, el hambre recorría las calles, los suicidios se multiplicaban… mientras el gobierno anunciaba nuevos y más severos recortes. El ministro se excusaba al final: “nuestra obligación es cumplir con el calendario”. Y una periodista, no trascendió de qué medio, le preguntó: “se refiere al maya, ¿verdad?”.



- Una postal navideña:


- Y el deseo de que el nuevo año nos traiga motivos para que las entradas divertidas arrinconen de una puñetera vez a la amargura. 

¡Felices fiestas a todos!

 

martes, 11 de diciembre de 2012

Nobel de la ¿Paz?

La Unión Europea recibió ayer el premio Nobel de la Paz. Resultaba grotesco contemplar los rostros orgullosos de los mandatarios presentes ante el aplauso del público (público selecto, nada de indignados). El motivo, haber creado un espacio de concordia y entendimiento en un territorio donde antes se rifaban las hostias con papeletas marcadas, resulta tan loable como tramposo. Porque, si bien el enunciado resulta indiscutible (después de la guerra de los Balcanes, no ha habido un conflicto bélico en suelo de la unión), también lo es la inoportunidad del momento elegido para concedérselo a esta institución.
Este galardón debería premiar a aquellas personas o instituciones que promuevan, indiscutiblemente, la erradicación de la violencia como mecanismo de relación entre seres humanos. Es cierto que se ha devaluado con numerosas y polémicas concesiones (la más sonada y cercana en el tiempo fue la de un Obama recién llegado a la Casa Blanca, con las tropas americanas por medio mundo y Guantánamo vigente), que nos curan de espanto ante estas decisiones, más políticas que merecidas. Pero no por ello deberemos dejar de criticar lo que ya parece un signo de nuestro tiempo: la sombra del marketing (en puridad castellana, mercadotecnia, pero como suele ocurrir en estos casos, el término inglés resulta más popular) sobre la concesión de premios.
Ya sean artísticos, deportivos o sociales, las instituciones que los otorgan miden el nombre de los elegidos mucho más en términos de rentabilidad publicitaria (y económica) que de auténtico merecimiento. Es un feedback (o retroalimentación, de nuevo el anglicismo) que busca el beneficio de ambas partes pero pervierte la esencia misma de los galardones: cuanto más conocido o importante sea el galardonado, más resonancia provoca en el galardón.
Mencionado este punto, no quiero alejarme del motivo real de esta entrada: la oportunidad de la concesión del Nobel de la Paz a la Unión Europea. La UE vive momentos muy controvertidos, donde su papel en la crisis no parece precisamente el de bombero sino más bien el de pirómano. No ha declarado ninguna guerra a un país enemigo, no, pero incendia la convivencia en sus propias entrañas. Sometido a los designios de una crisis creada por intereses alejados de su realidad (pero mucho más cercanos a la esfera de esa casta dirigente de la propia UE), el pueblo contempla y empieza a sufrir los ataques a un estado del bienestar del que se siente partícipe y progenitor, no en vano fue logrado con el sudor de su trabajo en forma de impuestos.
Sin entrar a valorar los motivos ni culpas de todos y cada uno en esta crisis, el hecho es que la política está dando paso a la economía como motor de la sociedad. Y la política es el invento creado por el hombre para solucionar los problemas de la convivencia sin tener que utilizar los palos. Vamos, que por muy denostada que esté, sin la política impera la violencia. ¿Cómo se puede entonces otorgar un premio a la labor pacificadora de una institución que está permitiendo el aumento de la violencia por omisión de su función principal?
Dejo de lado los fríos datos que colocan a Europa como tercer productor mundial de armas (de nuevo los motivos económicos como motor de una sociedad) y su agresividad a la hora de conseguir lucrativos acuerdos con países pobres o en vías de desarrollo para que sus poderosas multinacionales tomen posiciones y hundan a las empresas locales. Y repito que, en estos momentos, no es mi objetivo criticar esta política (cada país o grupo de países defienden lo suyo, a costa de lo que sea) sino la concesión de un galardón con ese nombre a quien detenta esa política.
Habrá quien no entienda esta exposición, o le pille lejana. Incluso quien me tache de cinismo por acusar a los políticos de cargarse el estado del bienestar y luego criticar los cimientos en los que se basó (ya que nuestro crecimiento se ha cimentado, puro sistema capitalista, en esquilmar a los débiles para ser nosotros más fuertes). Para ellos tengo un ejemplo bien cercano de que la violencia mueve a nuestros dirigentes: la única (que yo conozca) ley que se ha promovido en los últimos tiempos en España a favor del ciudadano (y siendo un "a favor" muy muy relativo) ha sido la de los desahucios. ¿Motivo que la provocó? La violencia.
Sí, la violencia de unos ciudadanos contra sí mismos. Mientras las noticias traían "sólo" dramas, lágrimas y maldiciones, los dirigentes no movieron un pelo. Las asociaciones ciudadanas, las agrupaciones locales, los partidos minoritarios, las recogidas de firmas... todo chocaba contra la sordera o la indiferencia de quienes debían hacer política. Hasta que aparecieron los cadáveres y entonces, reaccionaron.
Falló la política, funcionó la violencia. Y así ocurre siempre con los malos dirigentes: que necesitan muertos sobre la mesa para despertar de su letargo. O de su altanería. Y si queréis otro ejemplo, mencionemos tan sólo lo ocurrido en el Madrid Arena. Con cinco niñas en sus tumbas, ahora se tomarán en serio las medidas de seguridad. De nuevo la violencia ocupando el hueco de los malos dirigentes. Podríamos hablar también de los partidos políticos que, en diferentes países europeos, están recogiendo el malestar de la gente con consignas xenófobas y abiertamente violentas. Ocupan el hueco crecido a la sombra de la mala praxis de los políticos "profesionales".
El premio era a la Unión Europea, institución anterior y que (supongo) sobrevivirá a los mandatarios que ahora gobiernan. Quizá merecido, pero el premio se ha dado ahora y los que lo recogieron fueron esos mismos que están llevando a Europa a una situación propicia para que la violencia ahogue, ya lo está haciendo, la paz social. Los que recogían el galardón, ufanos y orondos, son los que están convirtiendo a Europa en un polvorín. Quizá sea su homenaje velado al creador de los premios.

PD : acabo de enterarme de una noticia que abunda en lo del motor económico de la sociedad. La justicia o la moralidad sufren un nuevo embate. El banco HSBC pagará 1500 millones para que no se investigue más su connivencia con el lavado de dinero procedente de actividades ilícitas ( tráfico de drogas, terrorismo islamista...). Las autoridades lo admiten para no desestabilizar una empresa tan poderosa. 
Cae tú, en cambio, en esa desgracia que es la droga y malvende un pico de heroína en la esquina de tu casa, y veremos dónde acabas.
Mundo de mierda.